sábado, 15 de noviembre de 2014

Fotografía e imagen foto-digital


Ya sé que cualquier afirmación puede ser refutada coherentemente; que la oposición entre los partidarios de lo analógico y los de lo digital suele verse como una pugna entre carcas -los primeros- y vanguardistas; que la evolución de la tecnología y muchas de las actividades humanas dependen cada vez más de la informática; que en el campo del arte también se han producido muchos cambios y que la tecnología digital se ha introducido ahí con mucha fuerza... y es normal que así sea. Ahora bien: ¿porqué falsear las cosas dejando que los sucedáneos usurpen su nombre a los originales?

Me refiero a la fotografía y a lo que casi todos llaman "fotografía digital".

La fotografía

La fotografía fue inventada varias veces en la primera mitad del siglo XIX, fundamentalmente por Niépce, Daguerre y Talbot, aunque el sistema que acabó imponiéndose fue el negativo-positivo de Talbot. La fotografía consiste esencialmente en la alteración química, mediante luz proyectada a través de un orificio, de una superficie material sensible contenida en una cámara oscura. Después, un procesado químico hace visible dicha alteración y produce una imagen: es como si la luz que ha tocado la superficie sensible se hubiese "quedado" allí. Lo mismo que sucede cuando se toca una superficie de barro fresco con la mano. Esta huella de la luz en la materia se produce en la heliografía de Niépce, en el daguerrotipo en el calotipo de Talbot y en cada uno de los procedimientos fotograficos posteriores. Y a esto es a lo que se ha llamado fotografía.

La imagen foto-digital

Me gusta llamar de esta manera a lo que casi todos llaman "fotografía digital". Creo que corresponde bastante bien a lo que es. El proceso consiste en medir la luz que llega a cada uno de los millones de alveolos de un sensor y en memorizar los datos sobre una "tarjeta de memoria". El sensor recupera su estado inicial en cuestión de milisegundos y vuelve a estar listo para otra toma de datos. A continuación, los datos son elaborados por complejos programas informáticos, transferidos por cables y circuitos... y aparece una imagen en una pantalla de ordenador, de IPAD o de teléfono móvil. Evidentemente, aquí no hay huella de nada: hay memoria numérica.

Observo esa imagen comparándola con una fotografía... y me doy cuenta de que no tiene cuerpo: es luz que sale de la pantalla a través de puntitos rojos, verdes y azules... y que cuando apago el ordenador deja de existir. (Podría decirse que cuando cierro los ojos, las imágenes de las fotografías también dejan de existir... pero no equiparemos máquinas y órganos ni nos liemos con la metafísica). Para dar cuerpo a la imagen foto-digital y que se parezca a una fotografía "de verdad", tengo que imprimirla.

Para ello conecto una impresora al ordenador y, mediante una tecnología de ciencia-ficción, unos inyectores ocultos, emitiendo un pequeño grito, empiezan a escupir unas gotitas increíblemente diminutas a una velocidad inaudita sobre una superficie de papel. Todo ello de manera ordenada y diligente, con la aplicación de un escriba, de derecha a izquierda y al contrario, como el tambor de una máquina de escribir, como una tricotosa. El ritmo de la impresora y su ritual tienen, pese a tratarse de un aparato doméstico, un aire más bien industrial. Finalmente acaba de salir la imagen en papel por la ranura.

La observo y me produce una sensación extraña: primero admiración; después indiferencia. Supongo que se debe a la sospecha de que no soy yo el verdadero autor de ese objeto: que el mérito (o el demérito) pertenece a los ingenieros de IBM, Apple, Microsoft, Adobe, Panasonic, Epson... y creo que es cierto, porque sin ellos nadie podría hacer ninguna imagen foto-digital.

Sin embargo, con una lata de conservas, un poco de papel, agua y algunas sales se pueden hacer fotografías.

... o, más sencillo aun: tumbándose al sol con un libro sobre la barriga.






Dennis Oppenheim. Reading Position for Second Degree Burn. 1970